lunes

Volvió Lulu...

Tiene cabello corto, de corte absolutamente conservador. Camina cual rugbista de metro noventa recién salido de la cancha, de hombros anchos y piernas musculosas. Su ponchera acusa negligencia hacia su estado físico otrora esbelto. Hoy muy por lo contrario sorprende por sus brazos y piernas de machón aunque pulcramente depiladas, que se asoman con todo menos timidez, desde su mini falda rosada. Es el personaje más absurdo que me ha tocado ver en la línea roja del metro de Washington. Me referí a él como la pequeña Lulú aquella primera vez que lo vi ante la falta de un adjetivo mejor, aunque por su porte en nada se le asemeja, aunque si por sus maneras. De esta vez, además de la cartera también rosada de manillas de bambú, cargaba la última edición de la revista político literaria 'The Atlantic Monthly' donde se enteraba de la opinión de los más destacados intelectuales americanos.

Al bajar hacia la plataforma del metro, entró por la escala sur cruzando la plataforma hasta la salida opuesta de la calle Q donde tomó asiento a esperar el metro, con los ojos puestos en su revista. Al caminar de un extremo a otro, veía yo sentado al medio de la plataforma su caminar gracioso y delicado de gallina clueca, mientras a sus espaldas la gente, sobretodo joven que copaba el metro en una tarde calida de domingo, explotaba en una algarabía de carcajadas exageradas. Lulu, impertérrita seguía su camino en busca de un asiento. Desde la acera de enfrente, a pocos metros de Lulu, un grupo de señoras miraban la escena incrédulas, en sus labios leí algo que a lo lejos me pareció un 'oh my god'...

Pero ahí estaba ella, o él, o que se yo, muy de rosado, con su partidura a la derecha, leyendo Atlantic Monthly. Anteojos de marcos café, collar de bolitas rojas brillantes, blusita estilo peto suelto con guirnaldas y faldita a cuadros a mitad de piernas que tenía delicadamente cerradas, aunque el volumen de su paquete sobresalía de su vestido.

Escribí esta nota casi por completo en el metro, en mi teléfono (sin cámara). Al llegar el metro a la estación, corrí hasta llegar al mismo carro de Lulú, en mi obsesión por observar los mínimos detalles de su actitud. Para decepción mía se bajó solo dos estaciones después, en Cleveland Park. Estuve tentado de seguirle, pero desistí de mi intento, no se fuera a dar cuenta.

Es muy probable que nos volvamos a encontrar con Lulu. A la próxima me arriesgo con un 'hola how are you'. No podría decir que somos vecinos, pero si compañeros de 'commute', y van dos los encuentros en el metro con la gran Lulú. A ver si a la próxima me animo a conversarle y aprender un poco de su extrema capacidad de abstraerse de la verdaderamente inútil opinión de los demás.

4 comentarios:

Bi Ormeño dijo...

vaya!!!!
que agrado encontrarse con personas como tu...me gusta mucho como escribes y te seguiré visitando...

visitame tambien!!!

Anónimo dijo...

Hey.................y que paso con la reesistencia imperterrita hacia estos....ellos....ellas o como sea

Juano dijo...

de que habla este de aquí arriba? ah?!!

Tu amigui ya pasó a categoría de obsesión, así que no puedes no dejar de hablarle la próxima vez que la veas, es más, me imagino que te medio arrepientes de no haberle hablado esta vez.

Slds

bitacoreta.org dijo...

"las opiniones vertidas en la bitacoreta son de exclusiva responsabilidad del que las emite y no representan en absoluto la opinión de este open minded y algún dia prestigioso medio...."

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