domingo

Dentro del Gran Silencio

Llegué al cine a las 8.20. No había tiempo para decidir, la única película que empezaba a las 8:30 era "Into Great Silence". Leí brevemente la sinopsis, pegada a la ventana de la boletería que decía algo como: "localizado en los Alpes Franceses, el Grande Chartreuse es considerado uno de los monasterios más ascéticos del mundo. En el 1984 el cineasta alemán Philip Gröning pidió permiso a la orden para hacer un documental sobre ellos. Le respondieron que se comunicarían con él. Diez-y-seis años después estaban listos. El cineasta Gröning solo y sin luz artificial vivió cerca de un año con los monjes filmando sus rezos diarios, tareas y rituales. La película no es relatada por nadie ni contiene imágenes de archivo...Duración 2 horas y 42 minutos".

Al leer esta sinopsis me fui corriendo a otro cine a 3 cuadras por si encontraba algo más light. Allí todas las películas empezaban a las 9 y tanto, así que me devolví corriendo al cine anterior, a tratar de alcanzar el inicio de "Into Great Silence", la película de los monjes. Se me ocurrió que una mente en permanente estado de perturbación como la mía le haría maravillas casi tres horas de liturgia cartujanas. Así que compré la entrada, una coca light y un paquete de cabritas. Al entrar a la sala, ocupada en un 60%, el silencio era sepulcrar, y al sentarme no me atreví a meterme una cabrita a la boca hasta bien entrada la película, en una escena en que un monje aprendiz se puso a tocar las campanas del templo.

La película era tal cual como la sinopsis advertía, es decir no pasaba absolutamente nada. Escena 1, un monje joven, en completo aislamiento rezaba; escena 2, el monje aprendía la lección encomendada para el día; escena 3, el monje viejo rezaba a la virgen; escena 4, el monje ciego rezaba a la cruz; escena 5, el monje preparaba su alimento; escena 6, el monje lavaba sus platos; escena 7, la gota caía del vaso recién lavado; 8, un gato se paseaba por el monasterio; 9, en la pantalla una frase: no puede venir a mi aquél que no está dispuesto a renunciar a todo; 10, el monje de avanzada edad despeja sólo la nieve de unos cuatro huertos, un trabajo que parece sobrehumano; 11, un monje deja el alimento diario en las casillas de las diferentes habitaciones de los monjes en claustro, 12, la escena del cambio de invierno a primavera; 13, la nieve en las plantas se derrite; 14, vista panorámica del monasterio; 15, el monje le da de comer a los gatos; 16, monje mira a la cámara, y al mismo tiempo que la gente se empieza a ir del cine. En los primero 30 minutos ya se habían ido unas 5 parejas. A la hora, otras 3 parejas. Atrás mío una pareja de españoles discutía si se iban o se quedaban. Ella le decía que quería ver el final. El final de que? Vamos! le respondía su acompañante. Hora y media, 3 parejas más se retiran y yo pensando por que se van? ¡Hey esperen que la escena de sodomía felina ya viene! me imagino diciéndoles, y una pareja más se para y se retira, y yo ¡hey, esperen si todavía queda la mejor parte en la hora 2 y 20 cuando el monje le mea la sopa al monseñor! Ese es el público del cine hoy en día, en busca de acción, humor y erotismo, cuanto más explicito mejor, no una cámara que le saca tema a un monje de 120 años decidiéndose entre las semillas de zanahoria o las de tomate.

En esos pensamientos estaba cuando en la pantalla otro monje come su ración y observa por la ventana las flores del huerto, y en el asiento frente a mi, un tipo se ahoga en su ronquido. Miro a mi alrededor y no es el único que duerme, pero sigo embrujado por el mundo de los monjes, que en la escena 57 y en la hora 2 y 25 minutos, muestra a dos monjes, uno italiano y uno francés de color, siendo rasurados por un monje que luego le sacude los restos de cabello de los hombros con un cepillo, y se sienta, dejando que la cámara escudriñe sus ojos muy azules, y su rostro viejo y sumiso.

De fondo solo unos breves ruidos. Pájaros, la escoba que barre el suelo, la puerta que se cierra, la hoja que se da vuelta, la tijera que corta la tela, la pala que roza la nieve, el cuchillo que cercena el vegetal, las batas de los monjes levantándose al unísono, los pasos arrastrados del monje ciego que camina por el monasterio, el viento de los Alpes, las campanas de la iglesia, la gota de nieve derretida...

Escena 67, el invierno llega nuevamente. En una impresionante escena panorámica del cielo y las montañas, las nubes se forman y deforman por sobre el monasterio en una sucesión de noches y tardes hasta dejarlo todo blanco de la nevazón. Por décima vez en la pantalla aparece la frase: "Dios me has seducido. Yo me he dejado seducir".

Fascinante.

3 comentarios:

Montserrat Nicolás dijo...

Lloramos de risa!

Pipiolex dijo...

¿Cómo cresta dejo un mensaje en el nuevo post sobre las votaciones en el extranjero?

Saludos desde Chile

Montserrat Nicolás dijo...

Reta: pon el comment para el post de los votooooooooos!

Perrito con cabeza de pollito...

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