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Schultze Gets The Blues...

En la película, 'Schulze Get the Blues', Schulze, un viudo alemán de clase media, gordo y amable, vive solo en un pequeño pueblo minero de Alemania. Junto a dos de sus mejores amigos llega el momento jubilar. La compañía premia sus 45 años de servicio con un discurso y una piedra de sal en forma de lámpara. Schulze, solo en su casa Schulze, contempla la lámpara prendiendo y apagandola.

La apatía de sus últimos años de trabajo, parece continuar en su nueva y aburrida rutina de vida. Los días pasan para Schulze entre visitas esporádicas a sus dos amigos, cuidar de su jardín y de los enanos de yeso que lo adornan, y finalmente tocar el acordeón, algo que Schulze hace con cierta experticia.

Y así pasan los días, hasta que Schulze es elegido por la comunidad para representarlos en un pequeño festival de música polka en un pequeño pueblo en Louisiana, lo cual marca un renacer en la vida de Schulze.

La película es una joya digna de repetición. Un drama de soledad, frustraciones y anhelos. Es en la comedia que las desventuras del hombre mejor reflejan naturalidad. De impresionante simpleza y originalidad en la fotografía, y en la capacidad de los personajes (en especial el de Schulze), de transmitir emociones en textos sumamente económicos.

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