lunes

Ladrando al viento del valle

En la tercera región de Atacama existe un pueblo fantasma llamado Tololo Pampa. Se aparece repentinamente al lado de la carretera y atrae a la gente por lo animado de sus calles y de sus fiestas. No es poca la gente que dice haberse encontrado con Tololo Pampa en la madrugada del desierto, y luego, al desear volver a vivir la exitación y alegria de sus mujeres, se han topado con nada más que la inmensidad y el vacío de la pampa eterna.

Copiapó tiene reminiscencias de Tololo Pampa. Es como una ciudad imaginaria. Es un lugar donde uno va y pareciera no haber estado. De hecho toda la región de Atacama es algo así. Es una porción olvidada en el mapa. Si un gringo llega a Chile y pregunta que se debe conocer en el norte, uno dirá...."La Serena, bery biutifullll, de valeyyy, bery enigmatic, the pisco....after, San Pedro, lot of carrete...." y el gringo preguntará: "okay, but what's in between?" y uno responderá "noo no nosing, ni una gueá...."

No creo que existan ciudades feas, y a cualquiera que me diga que tal o cual ciudad es fea, se lo discuto. Calama seria la excepción a la regla. Es una ciudad feísima, epitome del mal gusto. Es como si en vez de producir gran parte de la demanda mundial de cobre, produjeran en ves putas en serie, grafiteros, alcoholicos, perros sueltos, vendedores ambulantes y malas ideas urbanas.

Copiapó y Atacama son distintos. Es una región distingida, cuna de las principales fortunas de Chile, aunque dichos personajes no hayan dejado la más sutil señal de agradecimiento a esta fructifera tierra, más que quizá una casita en Bahia Inglesa.
La región de Atacama y su gente ha desafiado al desierto por siglos. No solo produce gran cantidad de la uva y el Pisco que se exporta de Chile, sino que es el mayor productor de Ostiones de Chile, posee el volcan de mayor altura del mundo y es cuna del apetecido Loco de Cordillera, nombre que recibe el embutido de verga de burro, que no es más que la verga de burro, cocida y cortada en rodajas, que simula en consistencia al loco o abalón chileno.
Mi compañero de viaje me comenta secretamente al oído que Chañaral es "realmente horrible". Yo le discuto enardecido que esta equivocado, pero me cuesta sostener mi punto de vista. "Un tsunami le haría un gran favor a este pueblo culiao" dice. "Ojalá justo te pillara caminando por el borde costero de visita imprevista, hijo de p.., pienso, mientras trato de encontrar un argumento para llevarle la contrária. "Cierto que es muy relindo Chañaral?, le pregunta a mi compañero de viaje con la cara iluminada de orgullo nuestro entusiasmado guía local. Todos lo miramos esperando su respuesta.
"Esta fue la tierra donde todo empezó...", alguien nos recuerda más tarde, ya devuelta a Copiapó. Almagro y sus hombres, entraron en pleno invierno por el Valle del Rio Copiapó, dejando atrás la cordillera y las alturas del valle, que dejaron regadas de carga pues les significaba mucho peso. Sus pie, podridos y sangrantes por el cruce de la cordillera, apenas los mantenían parados. Atrás quedaron los quizá más débiles, y también la hoy venerada Virgen Candelária, encontrada siglos despues por algun minero perdido, que trabajaba en uno de los tantos piques del Valle en condiciones tan inhumanas como las enfrentadas por Almagro y sus hombres.
Desde la ventana del hotel, Copiapó tiene un aire inevitablemente Chileno. A media cuadra veo el terminal de buses y entre medio un perro que ladra sin razón, de puro aburrimiento. A los pocos minutos, varios otros perros se le suman en señal de respaldo, y al unísono ladran desafinados algo que parece una melodía borracha de protesta por la falta de agua, comida y una perra. Luego vuelven a la apatía usual, y no miran ni de reojo las altas ruedas de los turbuses que se pasean a su lado. El viento frio de la pampa anuncia la llegada de la madrugada, es hora de cerrar la ventana.

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